La
naciente consciencia del interjuego entre el estrés, la inflamación
y la depresión puede ampliar el enfoque terapéutico
Introducción
Al
estudiar la fisiopatología de la depresión, se observan varios
factores que indican una relación entre depresión e inflamación:
- La depresión con frecuencia acompaña a muchas enfermedades inflamatorias.
- El aumento de los biomarcadores inflamatorios se asocia con el trastorno de depresión mayor (TDM).
- La exposición a agentes inmunomoduladores puede aumentar el riesgo de sufrir depresión
- El estrés puede activar las vías proinflamatorias.
- Los antidepresivos pueden disminuir la respuesta inflamatoria.
- La inhibición de las vías inflamatorias puede mejorar el estado de ánimo.
Enfermedad
y depresión
Las
personas que sufren enfermedades inflamatorias -enfermedades
autoinmunes, enfermedad cardiovascular, diabetes y cáncer -
con frecuencia luchan con la depresión.
Casi
1 de cada 5 personas con enfermedad cardiovascular experimenta el
trastorno de depresión mayor (TDM). El diagnóstico de diabetes
duplica las probabilidades de sufrir depresión.
Hasta
el 70% de los pacientes con enfermedades autoinmunes, como artritis
reumatoide o lupus eritematoso, experimentan depresión.
En
un gran estudio longitudinal, sufrir una enfermedad autoinmune
previa, aumentó el riesgo de depresión en un 45% y el antecedente
de hospitalización por infección aumentó el riesgo en un 62%.
Varios
estudios mostraron que el 15% - 25% de los pacientes con cáncer
experimentan depresión, en relación con el 9% en la población
general.
Importancia
de los marcadores inflamatorios
Durante
un episodio inflamatorio el cuerpo libera citocinas, que son
pequeñas moléculas proteicas de señales celulares. Estos
marcadores inflamatorios lanzan cascadas de señalización que
provocan la entrada en acción del sistema inmunitario.
Las
citocinas tipo 1 (interferón-γ, factor-α de necrosis tumoral
[TNF-α], interleucina [IL]-1) intensifican las respuestas
inmunitarias celulares. Las citocinas tipo 2 (IL- 6, IL-10, IL-13)
participan en las respuestas de anticuerpos. Estas citocinas también
inducen las proteínas de fase aguda, como la proteína C-reactiva
(PCR), que puede activar el sistema inmunitario. El aumento
significativo de las cifras de marcadores inflamatorios se asocia
con una gama de síntomas depresivos, que indican la gravedad de la
enfermedad y la respuesta terapéutica.
Los
marcadores inflamatorios, tales como IL-6, IL-1β, PCR y TNF-α
están aumentados en las enfermedades inflamatorias y en personas
por lo demás sanas con TDM.
En
un metanálisis de 24 estudios que medían las citocinas en
pacientes deprimidos se halló que los pacientes con TDM tenían
concentraciones significativamente mayores de TNF-α e IL-6 en
relación con los controles. Asimismo, se encontraron marcadores
inflamatorios aumentados con mayor frecuencia entre los que no
respondían al tratamiento antidepresivo que en los que respondían.
Citocinas
y riesgo de depresión
En
estudios en animales, administrar fármacos inmunomoduladores
aumenta el riesgo de sufrir depresión.
En
los seres humanos, surge un modelo natural con el empleo de la
citocina interferón-α (INF-α) para tratar la hepatitis C, la
esclerosis múltiple, el melanoma maligno y algunas enfermedades
malignas de la sangre.
Los
pacientes que reciben INF-α tienen mayores tasas de depresión en
relación con los que no lo reciben. Los pacientes que reciben
tratamiento de inmunoterapia prolongado tienen cambios a largo plazo
en las monoaminas neurotransmisoras a lo largo del eje
hipotálamo-hipofiso-suprarrenal. Estos cambios son iguales
a los de las personas deprimidas.
Agentes
inmunoterapéuticos, como la vacuna antitifoidea, produjeron
síntomas depresivos con cambios cerebrales similares a los de la
TDM. Las cifras bajas de IL-6 y PCR pronosticaron independientemente
la aparición de la depresión.
Estrés
e inflamación
La
depresión puede aparecer en ausencia de enfermedad inflamatoria. Se
sabe que los síntomas depresivos pueden estar asociados con aumento
de los marcadores inflamatorios. ¿Qué induce el proceso
inflamatorio en algunas personas que están deprimidas, pero
médicamente sanas? Una teoría es que el estrés
psicológico puede activar la inflamación.
El
estrés agudo y crónico se asocia con aumento de la disponibilidad
de citocinas proinflamatorias y disminución de las citocinas
antinflamatorias. Una teoría busca la explicación en la secreción
de glucocorticoides como respuesta al estrés.
Un
estudio halló disminución de la respuesta a los glucocorticoides
entre mujeres deprimidas tras un simulacro de entrevista laboral
como factor de estrés y aumento entre controles sin depresión.
Debido a que los glucocorticoides normalmente detienen la cascada
inflamatoria, este dato sugiere que las personas deprimidas quizás
no puedan controlar la inflamación durante el estrés.
Vías
compartidas
Si
hay relación entre inflamación y depresión, ¿Cuál sería la vía
que comparten?
- Las citocinas efectúan cambios en el sistema nervioso central a través de 4 vías: Las citocinas pueden activar las neuronas aferentes primarias (eg, el nervio vago).
- Las citocinas, liberadas por células tipo macrófagos en respuesta a los agentes que originan enfermedades, se difunden a través de los órganos circumventriculares cerebrales.
- Los transportadores de citocinas saturan la barrera hematoencefálica.
- La citocina IL-1 activa los receptores de los macrófagos perivasculares y las células endoteliales de las vénulas cerebrales y generan la liberación local de prostaglandina E2.
A
través de estas vías, las citocinas inician una cascada de
reacciones que disminuyen los niveles de serotonina, refuerzan las
acciones glutamatérgicas y posiblemente contribuyen a la aparición
de los síntomas depresivos. La depresión se asocia con deficiencia
de la neurotransmisión serotoninérgica y aumento de la activación
del receptor de glutamato N-metil-d-aspartato (NMDA).
Las
citocinas proinflamatorias activan la enzima extrahepática
indoleamina 2,3- dioxigenasa (IDO), que degrada el triptófano, que
es precursor de la serotonina. El triptófano es canalizado hacia la
producción de quinurenina a través de la degradación de la IDO y
compite con la vía de la serotonina. Dentro de la microglía, la
quinurenina se metaboliza a ácido quinolínico, que es agonista de
los receptores glutamatérgicos NMDA. Por lo tanto hay una
deficiencia serotoninérgica y una sobrestimulación glutamatérgica
en los estados proinflamatorios que facilita la aparición de un
síndrome tipo depresivo.
Efectos
de los antidepresivos
Los
síntomas de la depresión inducida por citocinas no difieren de los
del TDM de etiología desconocida y los antidepresivos son eficaces
para ambas. Los antidepresivos no sólo disminuyen los síntomas
depresivos inducidos por la inmunoterapia, sino que disminuyen la
respuesta inflamatoria y los factores proinflamatorios (IL-2, IL-6,
TNF-α y INF-γ). El tratamiento con electroshock normaliza las
concentraciones altas de TNF-α, intensificando el tratamiento de la
depresión. Se está investigando si el tratamiento con
antinflamatorios puede mejorar los síntomas depresivos.
En
estudios en animales, las reacciones conductuales normales a un
agente estresante- que comparten varias características de la
depresión- disminuyeron al administrar antagonistas de la citocina
o citocinas antinflamatorias directamente en el cerebro. Hubo, sin
embargo, pocos estudios exitosos en seres humanos. Los
antinflamatorios, como los inhibidores de la ciclooxigenasa-2
(COX-2), el ácido acetilsalicílico (aspirina) así como los
antagonistas del receptor del TNF pueden aumentar los efectos de los
tratamientos antidepresivos.
Los
pacientes con enfermedad de Crohn y valores más altos de PCR y TDM
previos al tratamiento tuvieron mayor remisión de los síntomas
depresivos después del tratamiento con el antagonista del TNF-α
infliximab. En otros estudios, la depresión en el contexto de otros
trastornos autoinmunitarios o de cualquier entidad con aumento de la
inflamación, respondió al tratamiento con antagonistas del TNF-α.
Los inhibidores de COX-2 agregados a un tratamiento antidepresivo
estándar mejoraron los síntomas depresivos en individuos sanos
durante un episodio depresivo agudo. La aspirina como tratamiento
complementario mostró algunos beneficios en personas que no habían
respondido a la monoterapia con un inhibidor selectivo de la
recaptación de serotonina.
Estos
antinflamatorios han sido beneficiosos para tratar la depresión en
algunas personas, pero no en todas.
Aplicaciones
clínicas a futuro
La
asociación entre depresión e inflamación plantea una línea de
teorías y opciones terapéuticas a futuro. Sin embargo, aún no se
ha podido definir la relación precisa entre una y otra, tarea casi
imposible para síntomas tan difusos como la inflamación y una
enfermedad tan compleja como la depresión. Es evidente que la
inflamación y la depresión están muy relacionadas, lo que sugiere
la posibilidad de un subtipo inflamatorio de depresión.
Al
menos en ese grupo limitado es posible tratar la depresión mediante
el tratamiento de la inflamación, con buenos resultados.
Quizás
cuando se defina más la relación entre depresión e inflamación y
se identifique la población de alto riesgo, se puedan emplear los
síntomas depresivos como advertencia de una posible enfermedad y
como una nueva herramienta para identificar la actividad
inflamatoria peligrosa en una fase temprana. Tratar el estrés y la
depresión puede ser la próxima herramienta para prevenir las
enfermedades inflamatorias.
En
vista de estos conocimientos, los médicos que tratan pacientes con
enfermedades inflamatorias deben ser conscientes del mayor riesgo de
depresión y asegurarse de haber efectuado la detección sistemática
de la depresión e iniciado el tratamiento, de ser necesario.
Efectuar el tratamiento apropiado para la depresión puede ayudar a
mejorar la calidad de vida de los pacientes y aliviar la respuesta
inflamatoria.
Para
los psiquiatras que ven pacientes con una enfermedad inflamatoria,
una breve explicación de los vínculos entre depresión e
inflamación puede proporcionar a los pacientes –en especial
aquéllos con ambivalencia para procurar atención de salud mental-
apoyo para efectuar el tratamiento. En casos de depresión
resistente al tratamiento, especialmente en aquéllos con factores
inflamatorios conocidos, puede ser útil considerar los
antinflamatorios, como el infliximab, como tratamiento
complementario.
La
relación entre inflamación y depresión recién se está
desplegando y aún no se conocen todas sus complejidades. Sin
embargo, esta naciente consciencia del interjuego entre el estrés,
la inflamación y la depresión puede ampliar el enfoque
terapéutico. (Resumen y comentario objetivo: Dr.
Ricardo Ferreira)
Publicado
por jose
manuel gomez alejo
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